No existe límite más que el de tu cuello. Pupilas amplias, enceguecidas por la cornea lúgubre de la aflicción. El oído parece rendirse, ante el silencio del clamor interior. La piel no es más que para el deleite carnal. El olfato ya no crea retrospectivas. Ahora la vista se agudiza y el tercer ojo, no parece más que un apéndice, en carne insana del que ya todos quieren tragar. Sin digerir, ya concibes la idea de trastorno.
sábado, 25 de diciembre de 2010
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1 comentario:
Me alegro de que escribió en el blog. ¿Sabes lo que pienso. Tienes que escribir más, que son muy buenos. Sus palabras son muy íntimas. A mi me gustan. Ellos me ayudan a pensar ... Feliz Navidad
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